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Hoy destacamos la figura de …. San Oscar Arnulfo Romero

MONSEÑOR ROMERO: PROFETA Y MÁRTIR DE AMÉRICA

 

Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, conocido como monseñor Romero, nació en Ciudad Barrios, Departamento de San Miguel, República de El Salvador, el 15 de agosto de 1917. Su padre era telegrafista y su madre ama de casa. Al terminar sus estudios básicos se dedicó al aprendizaje de la carpintería. A los trece años de edad ingresó al seminario menor de San Miguel y luego al seminario mayor San José de la Montaña de San Salvador. En 1937 fue enviado a Roma para completar su formación sacerdotal.

 

Fue ordenado sacerdote a la edad de 25 años en Roma el 4 de abril de 1942. Era un sacerdote sumamente caritativo y entregado. No aceptaba obsequios que no necesitara para su vida personal. Ejemplo de ello fue la cómoda cama que un grupo de señoras le regaló en una ocasión, la cual regaló y continuó ocupando la sencilla cama que tenía.

 

El 25 de abril de 1970 fue ordenado Obispo Auxiliar de San Salvador. El 15 de octubre de 1974 fue nombrado obispo titular de la Diócesis de Santiago de María. En junio de 1975 se produjo en esta diócesis la masacre de «Las Tres Calles», donde un grupo de campesinos que regresaban de un acto litúrgico fue asesinado sin compasión alguna, incluyendo a niños inocentes.

 

El informe oficial hablaba de supuestos subversivos que estaban armados; pero las «armas» no eran más que las biblias que los campesinos portaban bajos sus brazos. En ese momento, los sacerdotes de la diócesis pidieron a monseñor Romero que hiciera una denuncia pública y acusara a los militares del hecho.

 

En aquel momento monseñor Romero no comprendía todavía que detrás de las autoridades civiles y militares, que detrás del mismo Presidente de la República, que era su amigo personal, había una estructura de terror, que eliminaba a todos los que consideraban que atentaban contra los intereses de los sectores pudientes de la nación. Monseñor Romero creía ilusamente en el gobierno. Pero poco a poco comenzó a enfrentarse a la dura realidad de la injusticia.

 

En medio de ese ambiente de injusticia, violencia y terror, monseñor Romero fue nombrado Arzobispo de San Salvador el 3 de febrero de 1977.  El 12 de marzo de 1977 fue asesinado del padre Rutilio Grande, en la ciudad de Aguilares junto a dos campesinos. Rutilio era un sacerdote comprometido con la fe de su pueblo y buen amigo de monseñor Romero. Su muerte le dolió mucho. Luego del asesinato del padre Rutilio, fueron asesinados otros sacerdotes y varios laicos comprometidos de la Arquidiócesis.

 

Ante esta situación, monseñor Romero reaccionó convirtiéndose en un protector de la dignidad humana, sobre todo de los más desposeídos; esto lo llevó a emprender una denuncia permanente contra la violencia, y a convertirse en la “voz de los sin voz” y en “el pastor del rebaño que Dios le había confiado” mediante su férrea defensa de los derechos de los pobres y los marginados.

 

En sus homilías dominicales denunciaba las violaciones de los derechos humanos y manifestaba en público su solidaridad hacia las víctimas de la violencia. Desde el púlpito iluminaba a la luz del Evangelio los acontecimientos del país y ofrecía rayos de esperanza para cambiar la estructura de terror que reinaba en el país.

 

A raíz de su actitud de denuncia, monseñor Romero comenzó a sufrir una fuerte campaña en su contra. Cotidianamente eran publicados en los periódicos editoriales, campos pagados, anónimos, etc., donde se le insultaba, se le calumniaba, y se amenazaba su integridad física.

 

El día 9 de marzo de 1980, en la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús se encontró un portafolios de color negro colocado debajo del Altar Mayor. Se trataba de una bomba con una cantidad del explosivo de 72 candelas de dinamita comercial. Esa a bomba se accionaría en el momento que Monseñor Oscar Arnulfo Romero oficiaría una misa.

 

El día 23 de marzo de 1980,  Domingo de Ramos, un día antes de su muerte, Monseñor Romero pronunció en la catedral una valiente homilía dirigida al Ejército y la Policía, en la que hizo un enérgico llamamiento al ejército salvadoreño.

 

“Yo quisiera hacer un llamamiento, de manera especial, a los hombres del ejército. Y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles… Hermanos, son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: «No matar». Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia, y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado. La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios pues, y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: Cese la represión”.

 

El 24 de marzo de 1980 monseñor Oscar Arnulfo Romero Galdámez fue asesinado de un certero disparo, aproximadamente a las 6:25 p.m. mientras oficiaba la Eucaristía en la Capilla del Hospital La Divina Providencia. Un disparo hecho por un francotirador desde un auto con capota de color rojo, impactó en su corazón momentos antes de la Sagrada Consagración. Tenía 62 años.

 

Monseñor Romero tenía un pequeño y sencillo apartamento donde residía. Aquel refugio, ahora convertido en un pequeño museo, está en la parte de atrás de la capilla del Hospital de la Divina Providencia, dedicado a atender a pacientes con cáncer de bajos recursos.

 

En esa habitación de apenas cuatro metros de ancho por unos seis de largo, llegaba a reflexionar, a escribir y a descansar el Arzobispo Oscar Arnulfo Romero, después de sus faenas diarias. Hoy el lugar guarda los tesoros que dejó el obispo mártir: sus túnicas, documentos, grabaciones, su vehículo y sus libros. En el lugar funciona el “Centro Histórico Monseñor Romero”

 

Sus restos mortales descansan en la cripta de la Catedral Metropolitana de San Salvador, justo debajo del altar mayor del templo y dentro de un mausoleo que ostenta su nombre. El monumento fúnebre es una estructura de bronce que representa al cuerpo de Romero rodeado de cuatro ángeles que simbolizan los cuatro evangelios. Fue donado por la Comunidad de Sant’Egidio.

 

El 24 de marzo de 1990 se dio inicio a la causa de canonización de monseñor Romero. En 1994 recibió el título de Siervo de Dios. El 3 de febrero de 2015 fue reconocido como mártir «por odio a la fe» por parte de la Iglesia católica, al ser aprobado por el papa Francisco el decreto de martirio correspondiente y promulgado por la Congregación para las Causas de los Santos.. El 23 de mayo de 2015 fue beatificado en la plaza Salvador del Mundo de San Salvador. Según estimaciones de medios católicos, participaron en la celebración unas 300,000 personas de 57 países. e trata del primer salvadoreño en ser elevado a los altares y el primer arzobispo mártir de América.

 

El 7 de marzo de 2018, el Papa Francisco autorizó la canonización de Mons. Romero. El 19 de mayo de 2018, el Papa Francisco anunció que será canonizado el día 14 de octubre de 2018 en la Plaza de San Pedro, Ciudad del Vaticano.​

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Hoy destacamos la figura de ….San Oscar Arnulfo Romero

MONSEÑOR ROMERO: PROFETA Y MÁRTIR DE AMÉRICA

 

Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, conocido como monseñor Romero, nació en Ciudad Barrios, Departamento de San Miguel, República de El Salvador, el 15 de agosto de 1917. Su padre era telegrafista y su madre ama de casa. Al terminar sus estudios básicos se dedicó al aprendizaje de la carpintería. A los trece años de edad ingresó al seminario menor de San Miguel y luego al seminario mayor San José de la Montaña de San Salvador. En 1937 fue enviado a Roma para completar su formación sacerdotal.

 

Fue ordenado sacerdote a la edad de 25 años en Roma el 4 de abril de 1942. Era un sacerdote sumamente caritativo y entregado. No aceptaba obsequios que no necesitara para su vida personal. Ejemplo de ello fue la cómoda cama que un grupo de señoras le regaló en una ocasión, la cual regaló y continuó ocupando la sencilla cama que tenía.

 

El 25 de abril de 1970 fue ordenado Obispo Auxiliar de San Salvador. El 15 de octubre de 1974 fue nombrado obispo titular de la Diócesis de Santiago de María. En junio de 1975 se produjo en esta diócesis la masacre de «Las Tres Calles», donde un grupo de campesinos que regresaban de un acto litúrgico fue asesinado sin compasión alguna, incluyendo a niños inocentes.

 

El informe oficial hablaba de supuestos subversivos que estaban armados; pero las «armas» no eran más que las biblias que los campesinos portaban bajos sus brazos. En ese momento, los sacerdotes de la diócesis pidieron a monseñor Romero que hiciera una denuncia pública y acusara a los militares del hecho.

 

En aquel momento monseñor Romero no comprendía todavía que detrás de las autoridades civiles y militares, que detrás del mismo Presidente de la República, que era su amigo personal, había una estructura de terror, que eliminaba a todos los que consideraban que atentaban contra los intereses de los sectores pudientes de la nación. Monseñor Romero creía ilusamente en el gobierno. Pero poco a poco comenzó a enfrentarse a la dura realidad de la injusticia.

 

En medio de ese ambiente de injusticia, violencia y terror, monseñor Romero fue nombrado Arzobispo de San Salvador el 3 de febrero de 1977.  El 12 de marzo de 1977 fue asesinado del padre Rutilio Grande, en la ciudad de Aguilares junto a dos campesinos. Rutilio era un sacerdote comprometido con la fe de su pueblo y buen amigo de monseñor Romero. Su muerte le dolió mucho. Luego del asesinato del padre Rutilio, fueron asesinados otros sacerdotes y varios laicos comprometidos de la Arquidiócesis.

 

Ante esta situación, monseñor Romero reaccionó convirtiéndose en un protector de la dignidad humana, sobre todo de los más desposeídos; esto lo llevó a emprender una denuncia permanente contra la violencia, y a convertirse en la “voz de los sin voz” y en “el pastor del rebaño que Dios le había confiado” mediante su férrea defensa de los derechos de los pobres y los marginados.

 

En sus homilías dominicales denunciaba las violaciones de los derechos humanos y manifestaba en público su solidaridad hacia las víctimas de la violencia. Desde el púlpito iluminaba a la luz del Evangelio los acontecimientos del país y ofrecía rayos de esperanza para cambiar la estructura de terror que reinaba en el país.

 

A raíz de su actitud de denuncia, monseñor Romero comenzó a sufrir una fuerte campaña en su contra. Cotidianamente eran publicados en los periódicos editoriales, campos pagados, anónimos, etc., donde se le insultaba, se le calumniaba, y se amenazaba su integridad física.

 

El día 9 de marzo de 1980, en la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús se encontró un portafolios de color negro colocado debajo del Altar Mayor. Se trataba de una bomba con una cantidad del explosivo de 72 candelas de dinamita comercial. Esa a bomba se accionaría en el momento que Monseñor Oscar Arnulfo Romero oficiaría una misa.

 

El día 23 de marzo de 1980,  Domingo de Ramos, un día antes de su muerte, Monseñor Romero pronunció en la catedral una valiente homilía dirigida al Ejército y la Policía, en la que hizo un enérgico llamamiento al ejército salvadoreño.

 

“Yo quisiera hacer un llamamiento, de manera especial, a los hombres del ejército. Y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles… Hermanos, son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: «No matar». Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia, y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado. La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios pues, y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: Cese la represión”.

 

El 24 de marzo de 1980 monseñor Oscar Arnulfo Romero Galdámez fue asesinado de un certero disparo, aproximadamente a las 6:25 p.m. mientras oficiaba la Eucaristía en la Capilla del Hospital La Divina Providencia. Un disparo hecho por un francotirador desde un auto con capota de color rojo, impactó en su corazón momentos antes de la Sagrada Consagración. Tenía 62 años.

 

Monseñor Romero tenía un pequeño y sencillo apartamento donde residía. Aquel refugio, ahora convertido en un pequeño museo, está en la parte de atrás de la capilla del Hospital de la Divina Providencia, dedicado a atender a pacientes con cáncer de bajos recursos.

 

En esa habitación de apenas cuatro metros de ancho por unos seis de largo, llegaba a reflexionar, a escribir y a descansar el Arzobispo Oscar Arnulfo Romero, después de sus faenas diarias. Hoy el lugar guarda los tesoros que dejó el obispo mártir: sus túnicas, documentos, grabaciones, su vehículo y sus libros. En el lugar funciona el “Centro Histórico Monseñor Romero”

 

Sus restos mortales descansan en la cripta de la Catedral Metropolitana de San Salvador, justo debajo del altar mayor del templo y dentro de un mausoleo que ostenta su nombre. El monumento fúnebre es una estructura de bronce que representa al cuerpo de Romero rodeado de cuatro ángeles que simbolizan los cuatro evangelios. Fue donado por la Comunidad de Sant’Egidio.

 

El 24 de marzo de 1990 se dio inicio a la causa de canonización de monseñor Romero. En 1994 recibió el título de Siervo de Dios. El 3 de febrero de 2015 fue reconocido como mártir «por odio a la fe» por parte de la Iglesia católica, al ser aprobado por el papa Francisco el decreto de martirio correspondiente y promulgado por la Congregación para las Causas de los Santos.. El 23 de mayo de 2015 fue beatificado en la plaza Salvador del Mundo de San Salvador. Según estimaciones de medios católicos, participaron en la celebración unas 300,000 personas de 57 países. e trata del primer salvadoreño en ser elevado a los altares y el primer arzobispo mártir de América.

 

El 7 de marzo de 2018, el Papa Francisco autorizó la canonización de Mons. Romero. El 19 de mayo de 2018, el Papa Francisco anunció que será canonizado el día 14 de octubre de 2018 en la Plaza de San Pedro, Ciudad del Vaticano.​

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MARCHA VERDE: DESPERTAR DEL PUEBLO DOMINICANO

MARCHA VERDE 6Estamos a punto de concluir el año 2017 y para el pueblo Dominicano ha sido un año muy especial en la expresión de su sentir frente a la corrupción y a la impunidad. Hace precisamente un año cuando estalló el caso Odebrecht, el 21 de diciembre de 2016 en Estados Unidos, con la confesión de la entrega de más de US$92 millones en sobornos a las autoridades políticas dominicanas para obtener licitación de las obras de infraestructuras del Estado Dominicano.

Con el escándalo de ODEBRECHT se abrió una puerta para hablar de los problemas que nos afectan. Un dato muy curioso es que las encuestas, antes de la últimas elecciones de 2016, mostraban que la gente NO SE PREOCUPABA por la corrupción. Sólo un 7-8 % se preocupaba de ella. Un año después las encuestas hablaban de un 98% que se preocupaba por la criminalidad y la situación actual del país.

El 2 de enero del 2017 se realizó la primera reunión preparatoria de una gran marcha ciudadana por el fin de la impunidad. Desde el inicio el proceso estuvo coordinado por una amplia y diversa articulación de actores de todos los ámbitos de la sociedad. Activistas sociales, comunicadores, ciudadanos independientes, agrupaciones campesinas, gremialistas, organizaciones sin fines de lucro, iglesias, religiosos.as, entre otros se pusieron de acuerdo para avanzar hacia la Marcha del 22 de enero.

Para esta primera marcha se pensaba contar con unas 7,000 personas. Tal vez pudiera llegar a 15,000. Pero se llegó a unas 100,000 personas, o más. La convocación fue una puerta: por allí entraron los restos de lo que fueron las organizaciones sociales y los que querían acabar con la corrupción.

Nació un nuevo concepto a partir de la Marcha Verde: LA IMPUNIDAD. Eso llevó a mucha gente a unirse a la marcha. No importa de qué partido político, ni de qué iglesia fueran. Todos querían acabar con la impunidad, se movilizaron. No se participó con banderas políticas, pero todos estaban de acuerdo de que el DOLOR SOCIAL DEL PUEBLO hay que reducirlo. Fue el pueblo que le dio a la marcha el nombre de MARCHA VERDE.

En los últimos ocho meses se descentraliza la lucha y se priorizan actividades que movilizan a la ciudadanía y la colocan en el centro de la gestión del proceso: Libro Verde, Llama Verde, marchas provinciales, marchas regionales, Barrio Verde, Conversatorios, Foro Verde, entre otras. De esta forma ciudadanos y ciudadanas de todo el país encabezan las más importantes movilizaciones del siglo en sus respectivos territorios.

MARCHA VERDE 5IMPACTO DE LA MARCHA VERDE EN EL ESCENARIO POLÍTICO DOMINICANO                                                                                                                                                                                    Después de nueve meses de incidencia en todo el territorio nacional y en el exterior la Marcha Verde ha provocado un cambio de contexto en el escenario político de República Dominicana, y de manera especial en las condiciones subjetivas. El movimiento abrió la ventana de la esperanza de alcanzar verdaderos cambios en la forma de administrar los recursos públicos y aplicar Justicia, además de que colocó en el centro del debate público la posibilidad cercana de que el PLD pueda ser desplazado del poder.

De manera específica, la exigencia del fin de la impunidad ha ocupado la primacía en la agenda publicada durante más de ocho meses consecutivos, desplazando de espacios importantes al mismo presidente de la República y a los partidos tradicionales.

En el caso de las redes sociales, la Marcha Verde ha mantenido una preponderancia indiscutible, superando todos los esfuerzos del oficialismo y sus estrategias robotizadas. Todas las mediciones indican que la Marcha Verde es el más importante fenómeno de redes de los últimos años en República Dominicana.

El movimiento se ha convertido en escenario para la activación política y el ejercicio de derecho de cientos de miles de ciudadanos y ciudadanas que nunca antes se habían movilizado por una causa o habían perdido todo tipo de esperanza en el cambio.

Marcha Verde ha promovido y dado valor a nuevas formas de hacer y vivir la política, destacando la participación de jóvenes y mujeres en los espacios de vocería y dirección. También el uso de las asambleas como espacios deliberativos ha hecho sintonía con los sectores poblacionales que aspiran a cambios en la cultura política dominicana. Estos aportes han ampliado el imaginario y el horizonte de lo político con expresiones concretas.

La exigencia del fin de la impunidad ha golpeado y reducido la hegemonía del PLD y su Gobierno, generando un ambiente de cuestionamientos que se levantan y repiten en todos los rincones del país y en el exterior. De manera transversal, la existencia de Marcha Verde cuestiona y reduce la legitimidad a todo el sistema de partidos y abre espacio para la discusión de transformaciones estructurales y el relevo del liderazgo político actual.

MARCHA VERDE 1La Marcha Verde está permitiendo el surgimiento de nuevos liderazgos, de nuevos interlocutores políticos con proyección nacional y local. Los verdes de cada provincia y municipio portan una bandera de esperanza con alta credibilidad y poder de convocatoria.

Finalmente podemos afirmar que a la fecha Marcha Verde ha acumulado un capital político importante, capaz de incidir en las transformaciones políticas e institucionales que se necesitan para garantizar el Fin de la Impunidad.

LOS OBJETIVOS DE LA MARCHA VERDE

Los objetivos de la Marcha Verde son:
a) Atacar y poner fin a la impunidad.
b) Generar esperanza, promover el cambio y motivar a toda la población
c) Resolver el vacío de las organizaciones sociales.
d) Mostrar que desde la Marcha Verde es posible resolver los problemas.
e) No permitir que el Movimiento sea derrotado.
f) No resolver los problemas con violencia.
g) Marcha Verde es un Movimiento Social que no tiene un liderazgo individual (no hay jefecitos).
h) La Marcha Verde nunca tiene que convertirse en un partido político.

MARCHA VERDE 2En la Marcha Verde el ciudadano se convierte en el centro del movimiento, en el protagonista de una historia en el que por primera vez los ciudadanos serán vencedores y pondrán “fin al régimen de corrupción e impunidad que nos oprime”.

Como tarea de la Marcha Verde convoca a los sectores organizados a construir juntos en Foros Verdes las propuestas de transformaciones institucionales y políticas que garanticen el Fin de la Impunidad a través del Programa Verde. En los Foros Verdes cada organización puede presentar 5 ejemplos de cómo le afectan la corrupción y la impunidad; 10 propuestas para el cambio; y 5 acciones-compromisos que respaldaría para garantizar ejecución del Programa Verde.

En los Foros Verdes también se presentarán las propuestas de los ciudadanos participantes de las asambleas municipales de cada región. Toda la ciudadanía puede participar de la construcción del Programa Verde como una auténtica y poderosa herramienta democrática por el Fin de la Impunidad.

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Penurias de los haitianos en Chile

Por Arnaldo Pérez Guerra, Punto Final

2017-10-05_1629

Abuso laboral, hacinamiento en las viviendas, dificultades en el acceso a educación y salud son el pan de cada día para la mayoría de los migrantes haitianos en Chile.  también enfrentan prejuicios, clasismo y racismo. El idioma es una barrera casi infranqueable. Los inescrupulosos abusan de ellos, les roban y estafan. Incluso les venden “contratos falsos” para conseguir papeles. Al menos dos haitianos han muerto de frío en Santiago: Joseph Polycart -quien falleció después de haber sido echado dos veces de un hospital sin que lo atendieran-, y Benito Lalane -quien murió de hipotermia en una precaria pieza donde dormía-.

Hay cuatro cuerpos de haitianos en el Servicio Médico Legal (SML) sin que nadie los reclame.

Emmanuel Cimeus, periodista, vive hace cinco años en Chile, conversó con Punto Final sobre la situación que enfrenta su comunidad: “Muchos han sido víctimas de violencia xenófoba, racismo. Lamentablemente estamos en una sociedad que aún tiene miedo a lo desconocido. No quieren aceptar al otro como legítimo.

La discriminación por el color de la piel es fruto de poca educación. Como dice Karl Marx ‘se necesita otra educación para otra sociedad; y otra sociedad para otra educación’. Es un trabajo que todavía no ha hecho el Estado. La discriminación está muy presente, sobre todo para quienes somos afrodescendientes y de países pobres”.

Emmanuel Cimeus, es secretario de la Organización Socio Cultural de los Haitianos en Chile (Oschec). Señala que “adaptarse a una cultura ajena es difícil. Muchos piensan que la vida será mejor, pero la realidad es distinta. En Chile no han logrado instalarse, ni estudiar o trabajar en lo suyo. Porcentaje importante son profesionales y están trabajando en ferias o vendiendo en la calle, o de jardineros y basureros. Cuando llegué a Chile trabajé de temporero, recogiendo la cosecha, viví la pobreza más dura del campo chileno”.

Según Pablo Valenzuela, director regional del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), en Chile hay racismo contra la migración afrodescendiente: “Su presencia más notoria ha despertado una fuerte xenofobia de los chilenos… No sintoniza el proyecto migratorio de los haitianos con nuestra realidad neoliberal, que los vuelve primero sujetos de crédito que de derechos”, dice.

CHILE, UNA “MARAVILLA”

Migración haitiana hacia el sur andino , investigación del Observatorio Iberoamericano sobre Movilidad Humana, Migraciones y Desarrollo (Obimid, 2017), indica que “se detecta un aumento sostenido de arribo de migrantes haitianos, y desde 2012 se habría duplicado año tras año.

La Policía de Investigaciones (PDI) señala que entre 2013 y junio de 2016, ingresaron 41.065 haitianos. No se dispone del número exacto viviendo en Chile. Si antes era rechazado y reembarcado uno de cada diez que llegaban a un control fronterizo como turistas, la proporción pasó a ser 1 de cada 2. “Desde 2012 se identifica la imposición de una institucionalidad migratoria informal para la población haitiana, a la cual se le comienza a exigir, sin estipularse oficialmente, una carta de invitación y 1.000 dólares a la hora de ingresar”, agrega la investigación.

La mayoría de los haitianos en Chile queda relegado a salarios que rondan el sueldo mínimo, en servicios, construcción, aseo y trabajos informales. Haitianos de Gonaïves hoy viven en Estación Central, y los de Puerto Príncipe, en Quilicura. ¿Por qué vienen a Chile? Haití se encuentra en el lugar 163° del Indice de Desarrollo Humano elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Su esperanza de vida no supera los 63 años y más de la mitad vive en condición de pobreza. Chile les parece una maravilla… y no tan racista como República Dominicana.

“Por el momento sí, yo trabajo. Pero no estoy contento, porque en Haití estudiaba administración y ciencias jurídicas también. Y ahora estoy trabajando como ‘bombero’, en una estación bencinera. Es muy difícil, porque soy informático, periodista, administrador… Esa es mi experiencia en Haití, incluso trabajé como contador en una escuela”, explica un joven de 26 años, oriundo de Gonaïves. “No me gusta donde vivo -agrega una madre de 28 años, nacida en Cabo Haitiano-. Vivía en una casa muy bonita, con mi propia pieza, normal. Pero aquí no, ¡es una vida de mierda! No me gusta, no estoy acostumbrada a vivir en una pieza así de chica, sin aire. Hay un solo baño para la gente. Siempre hay que hacer fila… Y una sola ducha, siempre hay que esperar. A la niña la baño en la pieza. No hay agua caliente”.

Antes de arribar a Chile, consiguen cartas de invitación con familiares o conocidos o las compran desde 250 dólares. Para financiar el viaje muchos reciben préstamos, llegando a nuestro país con una fuerte deuda, que los expone a posibles redes de tráfico de migrantes y trata. Y apenas pisan suelo chileno, no parece ser del todo seguro: sufren el robo de pertenencias en terminales y estaciones, y están más expuestos a estafas y engaños de todo tipo. En septiembre del año pasado, Carabineros desarticuló una banda de delincuentes que mediante un falso servicio de taxis en el aeropuerto engañaba y asaltaba haitianos. Y casos similares siguen ocurriendo.

“La barrera idiomática los convierte en potenciales víctimas de engaño. Esto les dificulta el acceso a servicios, la correcta realización de trámites para gestionar sus visados, para la obtención de un contrato de trabajo e incluso para hacer valer sus derechos humanos y laborales. Por otra parte, la distancia cultural y racial los transforma en objetivo de distintas vejaciones, discriminación y violencia racista (…) No parecen contar con suficiente información acerca del mercado laboral chileno, y muchas veces apoyados por algún amigo o contacto terminan en trabajos no calificados que la comunidad haitiana comienza a hacer propios, como el lavado de autos, la carga en mercados (como la Feria de Lo Valledor) o la atención en gasolineras en el caso de los hombres, mientras en gran medida las mujeres comienzan a ser asociadas al trabajo doméstico y el aseo.

Los migrantes haitianos son conscientes de la precariedad de sus trabajos, y dicen sufrir por las condiciones adversas que les toca enfrentar (…) Suelen vivir hacinados, compartiendo habitaciones y baños con una cantidad importantes de personas (llegando en algunos casos a superar las cinco personas por habitación) que, si bien en su mayoría son connacionales, eran hasta entonces desconocidos para ellos (…) Una de las principales quejas se relaciona con la inseguridad y la delincuencia en los barrios periféricos que habitan, donde han sufrido asaltos y robos. Los haitianos parecen particularmente expuestos a los abusos y a la delincuencia, y esta inseguridad se torna permanente”, señala Migración haitiana hacia el sur andino.

XENOFOBIA, LA VERDADERA LEPRA

Un haitiano que vive en Quilicura expresa: “En el último trabajo tuve una dificultad en el salario. No me querían pagar. Eso fue también por la comunicación, porque todavía no hablo bien español. Después me di cuenta que fue por la discriminación, razón por la cual lo dejé. Me hacían trabajar mucho más que a los chilenos”. Una mujer de 36 años, natural de Léogâne, agrega: “Estación Central es un barrio peligroso, estábamos en la puerta de la parroquia y hubo un asalto. A mí me asaltaron también. Mucha droga, una no puede salir de su trabajo, te asaltan con cuchillos, hay mucha violencia. La gente tiene el pensamiento que puede hacer lo que quieran con nosotros”.

Muchos abusos ocurren en los arriendos de habitaciones: en las condiciones contractuales, precios exagerados y malos servicios. El difícil acceso a vivienda los empuja a aceptar arriendos informales, precarios.

Otro problema es el acceso a educación. Quienes arriban a Chile con la idea de continuar estudios y cursar posgrados, encuentran muchas trabas. El sistema les niega la posibilidad de convalidar estudios. A estudiantes universitarios que pudieran homologar años en carreras universitarias incompletas y trabajar y estudiar a la vez, el Ministerio de Educación les exige la licencia de educación media, que los hace retroceder, por ejemplo, de tercer año de la carrera de derecho a la enseñanza media chilena. Además de esta valla burocrática, la idea de estudiar y trabajar se diluye por los onerosos aranceles y las extensas y mal pagadas jornadas laborales.

Incluso la reciente reforma a la educación superior, que instauró la gratuidad para el 50% más pobre, exige contar con residencia definitiva, lo que impide que gran parte de los migrantes accedan a ella. La expectativa de desarrollo académico se estrella con una realidad más adversa de lo que imaginaron.

Yvenet Dorsainvil, vocero de la Plataforma de Organizaciones Haitianas (POH), y vicepresidente de la Coordinadora Nacional de Inmigrantes, señala que los migrantes haitianos enfrentan una ola de violencia verbal de la sociedad chilena: “Los discursos discriminatorios no se han instalados de un día para otro, no son producto del flujo migratorio proveniente de Haití en los últimos años. Estamos lejos de ser los más numerosos. Estas reacciones xenófobas y discriminatorias son resultado de campañas mediáticas, noticias e informaciones que la sociedad chilena viene absorbiendo desde hace mucho tiempo. No es suficiente decir no a la discriminación. Lo que necesitamos es reconstruir la mentalidad de una sociedad que es víctima igual que nosotros.

La ministra de Salud dijo que todos los años descubren enfermos de lepra. Hoy es tema porque el afectado fue un haitiano”, dice.

EL LARGO VIAJE A LO DESCONOCIDO

Milo Milfort, periodista haitiano, dice a Punto Final, desde Puerto Príncipe, que cada vez más jóvenes quieren salir de Haití por la situación socioeconómica que no cesa de empeorar: “La pobreza y la miseria se han acentuado. Desde 2016, Chile se está convirtiendo en el segundo destino de la migración haitiana, después de República Dominicana. Ya destronó a Brasil donde vive una importante comunidad haitiana”.

Según Milfort viajar a Chile cuesta alrededor de 3.000 dólares: se requieren entre 1.000 y 1.500 dólares para pagar gastos de alquiler de una habitación, transporte, alimentación y llamadas telefónicas una vez que arriban; el pasaje de avión desde República Dominicana cuesta alrededor de 1.200 dólares, y a eso se agrega el costo de la visa dominicana, pasajes en bus y gastos menores. “Se requiere enorme esfuerzo para conseguir ese dinero. Algunos contraen deudas, otros liquidan sus bienes, lo que llaman el ‘último sacrificio’, o recurren a allegados que viven en Estados Unidos para financiar el viaje. No obstante, podría costar más teniendo en cuenta a ‘intermediarios’ que lo planifican desde Chile y exigen más dinero…

Abusan a partir del hecho que el migrante haitiano ignora la realidad, corriendo el riesgo de ser estafado”, agrega.

En marzo, en visita a Haití, la presidenta Michelle Bachelet y el presidente haitiano Jovenel Moïse tocaron el tema de la migración y firmaron un “Acuerdo bilateral para la compatibilidad o equivalencia y el reconocimiento de estudios de ciclos de educación básica o fundamental y de educación media o secundaria”. Pero problemas más graves como la creación de un visado consular de turismo -restricción burocrática que solo generará mayores irregularidades migratorias-, o el aumento de haitianos en situación irregular en Chile, no fueron tratados.

De acuerdo con Milo Milfort para muchos haitianos en Chile sus condiciones de vida han cambiado: “Pudieron encontrar trabajo y mandan dinero para sus seres queridos. Muchos haitianos morirían de hambre si no hubieran tenido uno o varios familiares en el extranjero. Las remesas de dinero contribuyen a dinamizar la economía haitiana. Pero durante la visita de Michelle Bachelet, no se habló de la legalización de los haitianos en Chile, que corren los enormes riesgos de la trata y tráfico de personas”.

Publicado en “Punto Final”, edición Nº 884, 15 de septiembre 2017.

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MÉXICO. Con peras y manzanas: la corrupción tras el temblor

Mañana se cumplen dos semanas del temblor del 19 de septiembre. Un temblor en el que, ahora se sabe, decenas murieron y centenares fueron evacuados porque las construcciones en las que vivían o trabajaban se vinieron abajo cuando no debían.

Esto, comienzan a mostrar las investigaciones, se debe a que la corrupción y la falta de vigilancia en las construcciones permitió todo tipo de irregularidades.

Ningún caso es más claro que el del Colegio Enrique Rébsamen, en Tlalpan, donde 19 niños y ocho adultos murieron tras el colapso de un edificio administrativo construido y modificado de manera ilegal durante años.

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Pero hay muchos otros que han ido saliendo a la luz, y muchos más que aparecerán en los próximos días y semanas. La Ciudad de México, que durante las últimas dos décadas ha tenido un boom inmobiliario –y su equivalente en autoconstrucción, por la falta de vivienda de bajo costo para personas de escasos ingresos–, crece de manera desmedida y sin control alguno de las autoridades.

En Iztapalapa por años la urbanización libre –a falta de ayuda y control gubernamental– ha llevado a la escasez diaria de agua en la delegación más poblada de la capital. En la Condesa/Roma y en la Del Valle, colonias donde cada día se construyen nuevas estructuras, no se respeta ninguna ley local, al grado extremo de que en Avenida Nuevo León, por ejemplo, alguien pudo construir, sin papel alguno, un helipuerto con toda tranquilidad, y que con el temblor dañó los dos edificios colindantes e hizo que al menos medio centenar de familias se quedara sin casa.

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O el edificio de departamentos en la calle de Bretaña 90 en la colonia Zacahuitzco, que resultó ser una casa maquillada y vendida como edificio, cuando en realidad era una construcción de hace más de 50 años que no estaba en condición alguna para soportar un temblor.

Y, sin duda alguna, lo que sucedió en el Tecnológico de Monterrey Campus Ciudad de México, donde cinco estudiantes murieron. Aquí la universidad pretendió actuar  como única autoridad en el asunto, al punto de cerrarle el acceso a la Procuraduría de Justicia de la Ciudad de México, la autoridad competente, durante días. La PGJ logró entrar semana y media después del temblor al campus, cuando debió de haber estado ahí desde que se supo que había muertos a causa del sismo.

Autoridades que permiten construcciones que no deben existir, y que cuando quieren revisar los efectos de su mal trabajo, ni siquiera pueden porque los privados no los respetan ni a ellos ni a la ley, ya que no existe consecuencia alguna de ignorarla.

En estos casos vemos lo mismo, un gobierno rebasado en todos niveles. En prevención, en supervisión y en investigación. Esto no sólo a nivel ciudad, sino a nivel delegacional. Estas construcciones cuentan, en el menos grave de los casos –que igual lo es– con autorización tácita de funcionarios. En el peor, con corrupción abierta avalada por los gobiernos.

En el helipuerto de Nuevo León los sellos de clausura –y esto lo puede ver cualquiera que pase por ahí–, están colocados de tal manera que en realidad no clausuran nada. Las puertas se pueden abrir y cerrar sin problema. Si no fuera por el riesgo de colapso inminente, la construcción, con su helipuerto ilegal, seguiría dando servicio como si nada.

En el colegio Enrique Rébsamen la directora pudo construir una casa con todos los permisos o arreglos necesarios, porque al igual que en el edificio del helipuerto, los sellos de clausura sólo servían de adorno.

En Bretaña 90, que se encontraba en proceso de venta de departamentos cuando se desplomó, simplemente no existía documento alguno. Pasó de casa a edificio sin que la autoridad supiera que esto había ocurrido.

Claro que el problema no termina ahí, puesto que estos son casos que salen a la luz tras el temblor. Pero, valga la obviedad, el centro del país es zona de temblores. Nuestros propios sismólogos nos advierten: dadas las fallas geológicas en el subsuelo del estado de Guerrero, hay que estar siempre preparados ante la posibilidad de un terremoto igual o de mayor magnitud que el de este último 19 de septiembre.

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Es obvio que no lo estamos. Al menos no en cuanto a funcionarios o instituciones se refiere. La respuesta tras estas catástrofes –prevenibles en su mayoría– ha sido, si somos amables, deficiente. La Seduvi (Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda)ha dicho que su sistema se encuentra dañado tras el temblor. Por ello, no es posible tener acceso ni siquiera al padrón de Directores Responsables de Obra (DROs), los encargados de certificar que una construcción cuente con las medidas de seguridad necesarias. (Para poder consultar este listado, es necesario hacerlo a través de sitios de noticias que han obtenido la información por su parte, como Buzzfeed News.)

El Atlas de Riesgo de la ciudad, que es exactamente lo que su nombre describe, no es público. 113 ciudadanos han pedido conocer su contenido a través de transparencia, y la autoridad les ha negado la petición.

Ni siquiera existe un padrón público de los edificios que el Jefe de Gobierno anuncia como revisados día con día. Sólo da cifras y categorías de daños. Pero ningún ciudadano sabe –al menos que viva ahí– qué edificio tiene qué nivel de daño y por qué. Si puede seguir viviendo junto a una construcción inspeccionada o no. Si puede ir a un café, un cine o cualquier lugar donde pasar el tiempo libre sin riesgo de que algo suceda. (Eso sin contar el riesgo de ser asaltado, pero ése es otro asunto.)

Lo único que puede ver uno, al caminar por las calles, son tiras de diversos colores, que señalan zonas donde ocurrió algo. Amarillas si se cayó material. Naranjas/rojas si sucedió algo más grave. ¿Qué tan grave? Ni idea.

Ésta es la consecuencia de ver la ciudad sólo como un negocio y no como lo que es en realidad, un lugar donde viven personas. Por citar otro ejemplo, es lo que sucedió con el edificio de la Colonia Portales, que fue anunciado como punta de lanza en construcción inteligente, y cuyo diseño, se sabe tras peritajes, estaba mal hecho, y cuyos materiales, también se sabe, no cumplían con requisitos mínimos para soportar un temblor como el de hace dos semanas.

Los intereses económicos por encima de los de los ciudadanos es lo que tenemos hoy, junto con una autoridad rebasada y cómplice en estos derrumbes. Más cuando un temblor, que, aunque grave, pudo haber tenido muchas menos pérdidas que las que hoy sufrimos.

En redes circula la frase “la corrupción mata”, y es cierto. Mata y seguirá matando indefinidamente, porque en esta ciudad no va a dejar de temblar. Pero sí se pueden disminuir sus efectos si se respetan los códigos de construcción y las autoridades hacen el trabajo que deben hacer.

Cosa que, en la reacción al temblor, no hemos visto ni un poco. Lo único que ha sucedido es que (la mayoría de) los políticos y funcionarios que aspiran a otro cargo han intentado taparse las espaldas para que el temblor no afecte lo que les importa, sus carreras.

Por eso es que la hija de la directora del Colegio Enrique Rébsamen pudo entrar a la construcción tras el derrumbe y recoger sus pertenencias con toda calma, mientras declaraba que “De menos no perdimos todo”.